miércoles, 30 de julio de 2008

También un nombre puede modificar un cuerpo

Si te llamaras Elvira,
tu vientre sería aún más terso y con más nácar.
Pero tan sólo el nombre de Mercedes
depositado por mis labios en tu cintura
condensaría la forma de esa espuma indecisa
que recorre tu espalda cuando duermes de bruces.
Respóndeme cuando te diga: Olga
y verás que en tus pechos un rubor palidece.
El nombre de María te volvería traslúcida.
Guarda silencio si te llamara por un nombre
que no pronuncio nunca,
por que si entonces respondieses
tus ojos -y los míos- se anegarían en llanto.
Un prueba final;
cuando sonríes
te pienso Irene,
y la sonrisa tuya es más que tu sonrisa:
amanece sin sombras la alegría del mundo.
¿Y si te llamo como tú me llamas...?
Entonces
descubriría una verdad:
en el principio no era el verbo.
El nácar y la espuma,
la palidez rosada,
la trasparencia, el llano, la alegría:
todo estaba ya en ti.
Los nombres que te invento no te crean.
Sólo
-a veces
son como luz los nombres...-
te iluminan.

ÁNGEL GONZÁLEZ
Publicado por topamax_girl en 17:36 |  

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